Un tucusito,
se deleitaba
con el néctar de una flor.
Y una abejita,
que lo observaba,
le dijo que era un ladrón.
El tucusito,
muy enfadado,
le pidió una explicación.
Y la abejita,
le respondió:
“porque yo planté esa flor”
Muy apenado,
el tucusito,
le dijo “tienes razón”.
“Yo buscaré,
por los jardines,
hasta encontrar otra flor”.
Dijo la abeja,
arrepentida,
“no tienes que ir a otra flor”.
“Esta es hermosa
y muy sabrosa,
y alcanza para los dos”.
Jesús Núñez León
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