A
ti me dirijo, ser inanimado,
que
te alegras cuando escriben en tu cara;
y
se observa tu semblante entusiasmado,
cuando
todos te dirigen la mirada.
A
ti que sonríes complacido,
cuando
el sabio te utiliza en su labor;
en
tu rostro el saber cobra sentido
y
te observa, con envidia, el borrador.
A
ti, pizarrón, liso y empolvado,
que
te mira con desdén el ignorante;
más
servicios que tú, nadie ha prestado
y
por eso te venero a cada instante.
Aguanta,
pizarrón, estoicamente;
que
el día llegará en que el modernismo
te
retire de las aulas, dignamente;
¡ya
cumpliste, pizarrón, con heroísmo!
Te doy gracias, pizarrón, mi buen amigo;
por la experiencia que hemos compartido
y por los años de amistad que me has brindado.
Te confieso que, también, yo te he querido
y te dejo, no por malagradecido,
¡lo que pasa es que, por fin, me han jubilado!
Jesús Núñez León.
No hay comentarios:
Publicar un comentario