(Y a tod@s l@s maestra@s que, como ella,
supieron, con mística inigualable, entregar
alma, vida y corazón a la enseñanza de los niños).
Dondequiera que estés, maestra Lina,
recibe de tu alumno un gran saludo;
tu vocación de enseñar era una mina
que, jamás, agotarse nunca pudo.
De tu mano firme y protectora,
di comienzo a mi vida de estudiante;
no podía imaginar, en esa hora,
el camino que tenía por delante.
Supiste motivar con sumo arte,
tu maternal cariño te alababan;
y Dios ningún hijo quiso darte,
porque sabía que hijos te sobraban.
Te dedicaste a nosotros con esmero,
poniendo en cada letra el corazón;
y, allí, en Punta de Mata, en Campo Obrero,
tu escuelita fue toda una institución.
Tu ronca voz quizás más no oiré,
no sé si bajo tierra ya reposas;
pero, por ti yo siempre guardaré
¡un recuerdo especial Lina Espinoza!
Jesús Núñez León.
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